Quizás porque tenemos uno de los territorios más singulares del país, donde la naturaleza y el hombre van de la mano desde el principio de los tiempos, dejando este último su impronta en el primero, que lo mimetiza y todo lo hace suyo.

En este trabajo del tristemente desaparecido Lucas Aledón encontramos un recorrido maravilloso por los hocinos, aunque se centra especialmente en aquellos que son fácilmente transitables desde la propia ciudad Patrimonio de la Humanidad. Así, y sin desdeñar los del discurrir del Júcar o los de la Huerta de Uña o el río Huécar, destacan sobremanera algunos que por su singular belleza hacen sentir al viajero que está en casa a pesar de no haber estado jamás en uno.

Hay que reseñar antes de que nadie se lleve a engaño que este trabajo no es una guía de viaje, aunque sí puede considerarse como una ayuda al descubrimiento. Porque José Luis deja su huella en la manera de contarlo, con una escritora genuina y nada simple que recoge en su explicación aquellos elementos que le dan un toque entrañable, de profesor que ama su trabajo.

La naturaleza y sus ubicaciones se entremezclan con la Historia, la leyenda, nombres de lugares y personas y, ocasionalmente, también con versos. Y es que la tradición aquí da paso a realidades siempre causales, donde todo está porque ha de estar, sin subterfugios.