Texto y Foto: Francisco J. Vázquez | Publicado: 9 de junio de 2024
La provincia de Cuenca tiene innumerables elementos a lo largo de sus límites que denotan un pasado de trabajo duro de la tierra, donde animales y cultivos mantenían a aquellos que en el pasado habitaron esta aparentemente olvidada región. Vestigios de un tiempo en el que las tradiciones pautaban los periodos de tiempo, repitiéndose año tras año como preludio o inicio de un nuevo ciclo.
Uno de esos acontecimientos que se señalaban en el calendario era el marcado del ganado, un evento en el que participaba toda la comunidad y que normalmente derivaba en otros menesteres también relacionados con las labores del campo. De hecho marcar "las bestias" era todo un acontecimiento. Normalmente la jornada se consideraba festiva y los participantes (pueblos o aldeas completas) no sólo trabajaban, sino que aprovechaban para interactuar entre ellos, comerciar o hacer pequeños festines en los que todos aportaban.
En estos eventos uno de los componentes más destacados era los denominado potros de herrar. Eran estos unas estructuras rudimentarias, normalmente hechas en madera y de carácter comunal, donde se introducía el animal y una vez en su interior se marcaba en las orejas o en uno de los laterales (casi siempre patas traseras) con hierros candentes procedentes del fuego. Estas estructuras también eran utilizadas para poner, por ejemplo, herraduras.
El marcado era una labor necesaria para identificar ganado que solía pastar en las mismas zonas. También por el hecho de que en muchas ocasiones las cabezas que componían un rebaño no siempre eran todas del mismo dueño ya que no siempre se daba el caso de tener un volumen elevado de animales. Así, una vez alimentadas cuando regresaban a casa cada una se separaba volviendo a sus propietarios.
Cuentas los más ancianos que la tradición decía que quien marcaba solía ser el hijo varón menor del dueño de los animales, especialmente en los casos en los que éste seguía viviendo en el núcleo familiar. Básicamente porque debía "cargar" con las labores que antes hermanos o padre habían realizado para generar y mantener los bienes de que disponían.
Se da la circunstancia que en otras zonas de España los potros de herrar han quedado como estructuras estables, construidas con materiales duraderos (piedras, soportales, etc.) en lugares de tránsito o plazas. No debemos olvidar que era una actividad muy usual y arraigada. Sin embargo, en la zona de Cuenca no se estiló el hacer estructuras estables en materiales permanentes. Por eso es tan difícil encontrar estas estructuras que, pese a todo, aún se mantienen en pie en zonas puntuales y apartadas como la de la foto, que se encuentra en la aldea abandonada de Los Oteros (Cañada del Hoyo).
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