Villa Romana de Noheda

Imagen de portada del artículo: Villa Romana de Noheda

Texto y Fotos: Francisco J. Vázquez

Estamos acostumbrados a que la Historia suele ser una disciplina donde los elementos o personajes de estudio son tangibles y perpetuados en el tiempo, pero normalmente no desconocidos. Hablamos de restos que han estado ahí desde que el hombre tiene memoria, de legajos escritos en pergamino, papel o piedra que cuentan unos hechos en los que sólo hay que adentrarse e investigar, pero casi siempre con una base de conocimiento previa.
 
Sin embargo, esa misma Historia suele ser caprichosa y sorprendente, poniendo en nuestro camino algún elemento desconocido y olvidado por el paso de los siglos que surge por casualidad y que resulta sorprendente para el común de los mortales. Eso fue lo que pasó con la conocida como Villa Romana de Noheda. En el año 1984, mientras se realizaban labores de labranza en unos campos de la familia Lledó, en la pedanía de Noheda perteneciente al municipio conquense de Villar de Domingo García, una máquina dejó al descubierto por accidente parte de un impresionante mosaico. Pocos podían imaginar que aquel acto fortuito pondría al descubierto una de villa de lujo singular y enorme relevancia.
 
Situada a unos 18 kilómetros de Cuenca capital, la villa fue un complejo residencial y agrícola que estuvo habitado entre los siglos I a.C. y IV d.C. Situado cerca de las tres grandes urbes romanas de referencia (Segóbriga, Ercávica y Valeria), este yacimiento cuenta con los mosaicos figurativos más espectaculares del Imperio Romano. De hecho, son los más grandes descubiertos hasta la fecha en la Península Ibérica y los segundos en tamaño de toda Europa.
 
Y es que en la zona residencial del complejo, en la denominada Sala Triabsidada de aproximadamente 300 m2, se encuentra un enorme mosaico donde se pueden apreciar seis marcos diferenciados que entremezclan mitos clásicos, escenas marinas o compañías teatrales con diseños geométricos o formas vegetales.   
 
Sin duda la visita a este espacio sobrecoge, pues pone de manifiesto no sólo el poder económico de Roma, sino la importancia que tuvieron las actuales tierras de Cuenca para el propio Imperio.